martes, 15 de julio de 2014

El mundial de mi vida

Pocos espectáculos en el mundo te generan ese mismo "nosequé".  
Todo empezó un 5 de junio... mi buena amiga (ahora más amiga de mamá que mía), la FIFA, largó la venta de las últimas entradas para los partidos en los primeros minutos del día. Y ahí estábamos los miles y miles de seres loggeados en la sala de espera virtual... todos expectantes, pendientes de algún sonidito de aviso que las puertas estaban abiertas a cualquier posibilidad.
Odiando las salas de espera reales, teniendo puesta la mochila cargada de seños fruncidos y contracturas de espalda, de responsabilidad bajo cero y enarbolando la bandera de los retobados y rebeldes sin causa alguna... ahí estaba yo, Florencia, con la esperanza más grande que el Perito Moreno, haciendo un curso sobre "El arte de esperar" pero ya sin uñas y con la mirada completamete desalineada. Sin embargo, lo que no dejaba de alinearse y congeniar a mi favor eran los planetas, las estrellas y los asteroides del sistema solar... ¡¡Incluso los mismísimos agujeros negros conspiraban a mi favor!!
Amigos con la misma incertidumbre que yo, tuvieron a cargo el empujon a la pileta. Y cerca de las 4 am, ya chapoteaba con una entrada intangible y un hermoso calambre de ideas. ¿Viste que suelen decir que "el primer paso es el que cuesta"? Pfffffff... me costó en principio más de 30 horas sin dormir
(...)

Ya se terminó #Brasil2014... y aunque no nos dijo qué se siente, muchos lo sentimos en carne propia.
Mucha historia, hermosas estadísticas, #ElMundialDeLosGoles, #ElMundialDeLasSorpresas, el tan anhelado y esperado, el tan criticado y odiado.
Mucho récord, mucha vibra y apoyo a lo nuestro: la gran pulga que batió su propio récord de goles en un mundial, se recibió de experto y magister en cerrar orificios corporales. La revelación: el de apellido de color rubí y botines flúo. El capitán sin cinta, que se convirtió en el nuevo "gen argentino", ese, que si te dice "Hoy sos héroe" e instantáneamente te crece la capa y brotan los superpoderes. El héroe nombrado, que nos salvó de situaciones límites. El de los botines bicolores que marcaron tendencia y farandulearon entre papeles judiciales y apariciones espontáneas pero justas. El sex simbol, con esa sonrisa de dulce de leche... tentadora y empalagosa a la vez. El fideo con cualidades angelicales. El de la trencita, el número 5, el inmenso (un poco de edad y otro tanto de juego) que nos empujó a dar un paso más, como hace 24 años no lo hacíamos. Esos a los que jodimos creyendonos centro del mundo con el típico "Quién te conoce?"... y quién me conoce a mí también? Ya que estamos, no? HISTORIA hicieron esos desconocidos, corrieron, gritaron, lloraron, llenaron los estadios de huevos y amor al deporte. Y cómo olvidar al responsable monofacético, el pachorra que no se quería rescatar... que se las Sabe todas, y ojalá siga siendo así.
Las puteadas más creativas que tuve el agrado de conocer, las canciones más originales y pegadizas... ¡¡Y con punto muerto en las intenciones de mufar!! Nos cansamos de escucharlas, pero empezaban a sonar y nos prendíamos cual orangutanes enjaulados que pedían a gritos salir a bombear a besos a la mona Chita.
Ese amor por los colores que se transforma en el sonido de miles y miles (y millones) de gente como vos que con solo emitir un "ooh", inmortalizando el hitazo de López y Planes, ya te pone la piel de gallina y te infla el pecho de orgullo. Todo...
Revivir esas clases de plástica de primaria y pintarnos la cara sin salirse de los contornos. Saltar, gritar, llorar, reirse a carcajadas, insultar hasta las lágrimas, golpearse el pecho, tomarse la cara intentando tranquilizar el vaivén de una cabeza que sacudía el no poder creer aquello que veía. Las cargadas, la burla, el humor carnestolendo que se encendía con pasión y ritmo con el sólo hecho de coincidir con dos objetos que al chocar, simulen alentar ruidosamente por los mismos colores que uno.
Resucitar esa manía loca de sociabilizar con gente de lugares recónditos o con tus mismos compaisanos, cual amigos de la vida que se encuentran en un punto del universo y motivados por algùn brebaje de por medio, hacen del mundo un lugar mejor.
Inevitable aclarar el título de analistas deportivos que sacamos por préstamo más de uno, durante los 25 días que duró la temporada de partidos, sumando los "días de descanso" que  sirvieron para absorber hasta los detalles milimétricos que nos convertían por momentos en Licenciados en técnica futbolística con especialidad en medición del "pechofriísmo" Messístico y demás yerbas. ¿Me incluyo? Claro que me incluyo. Yo no miro fútbol los 356 días del año; más bien soy de las que todas las navidades y años nuevos prende TyC para fumarse la maratón de videos divertidos. Soy también de aquellos que juega al FIFA con la playstation y para hacer correr a un jugador hacia la izquierda, se tira de costado hasta quedar en posición fetal y no se mueve hasta conseguir que el personaje en cuestión por fin corra hacia la dirección requerida en cuerpo, alma y dirección tecnológica.
Pero sin dudas, soy de ese grupete mayor, que mira el cielo en un día "peronista" y sonríe al pensar que esos mismos colores son los que nos representan ante el mundo. Y que la naturaleza no puede ser más sabia y perfecta para haber elegido al celeste y blanco como sinónimo de excelencia cotidiana. Porque no me pueden negar que un día gris tiene menos sentido vital que aquellos en los que el cielo es espejo de nuestra bandera. 






Hace tres meses no tenía esperanza alguna... titulares de "ENTRADAS AGOTADAS" colmaban la ansiedad de por lo menos definir en dónde ver cada partido. Ya se sabía por KO que en la casa de fulanita estaba prohibido ver los benditos cuartos de final, por ejemplo. También era de público conocimiento (más bien, propio) que este año no iban a existir las cábalas pero que vaya a donde vaya, no podía hacerlo sin la bandera que presenció la revolución de fe más grande do mundo un año atrás... Y así, las cosas se fueron dando con ayuda del tiempo.
No sé si fue Francisco, si fue la Santísima trinidad argenta, si fueron mis ángeles de la guarda o el simple hecho de haberlo deseado con todas mis fuerzas... pero tengo que decirlo: el universo conspiró a mi favor. FUI AL MUNDIAL. (Haya sido un partido o el mes entero de cancha en cancha, haya visto un empate o un show de goles, haya tenido entrada o no... les juro que hoy, balanceando lo vivido, la relevancia y la diferencia es poca. Poquísima.)
El universo me regaló dos oportunidades que merecen las #GraciasMundiales más grandes de todo el sistema solar. A él por conspirar, a mi por desear, a vos por estar, a vos por bancar, a vos por incentivar, a vos también que me hiciste un lugarcito, a vos que ayudaste a mi sonrisa, a vos que aplaudiste y deseaste buena vibra, y cómo no agradecerte también a vos? que deseando la nada me potenciaste el deseo a mí.

Un estrés sin desperdicio y con aires de profesor: Aprendí, por sobre todas las cosas. Y lo tengo que decir: Me porté alegre y me reí de Janeiro porque, LEJOS, fue "El mejor mundial de mi vida".