martes, 19 de noviembre de 2013

Un besayuno eterno.


Manos a la obra, ojos en la pantalla y cada tanto un recreíto visual con el paisaje de fondo: el verde de los arboles en modo caleidoscopio por la cantidad de gotitas que visitan mi ventana con ganas de entrar a refugiarse un rato en el café humeante que perfuma mi mañana.
Era un día de esos que se hacen los enfermos con tal de que no los saquen de la cama por nada del mundo. La lluvia prometía, al menos, apaciguar el calor y devolverle frescura a un verano anticipado que inauguraba un noviembre inundado de amor... lo hizo, a duras penas. Pero lo hizo en fin. 
Viste que suele citarnos al gran Coelho, que a su Alquimista enseñó, a través de un mago, que "cuando deseás algo con todas tus fuerzas, el universo entero conspira para que lo logres". Bueno, hoy fue un martes que cumplió a rajatabla esa ley universal del deseo franco de que las cosas vayan bien. Fue un martes que aprendía a dar sus primeros pasos y tropezó, pero que juntó fuerzas y achinó los ojos aguantando el dolor que le provocaron las rodillas raspadas, y siguió adelante porque sabía que estaba logrando que el mundo entero quiera que continúe su andar.
Hoy descubrí que el chanchito tiene pirulín y dos bolitas. Hoy me enteré que tanto esfuerzo depositado en llantos, risas, dolores de espalda y contracturas, tuvo su final feliz. Hoy volví a hacer zapping y encontrar en la caja boba, a un ser que me mantuvo más boba aún durante 40 minutos mientras hacía que mis ojos se cerraran cada vez que escuchaban "Abrazame un rato". Hoy... tuve ganas de que las ganas de seguir bailando con vos no me abandonen jamás ni en esta, ni en otras vidas. Hoy ya es un nuevo hoy, y esas ganas no se van. Te amo

"Ese es el riesgo de ser almas gemelas. El uno, no puede vivir sin el otro..."

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