
Probablemente el sujeto tácito de la vida sea la vida misma, o sea él... osea él.
Sucede a veces que daba vueltas en circulo, valga la redundancia, y terminaba mareado. Sin saber que él era lo que buscaba, él mismo, y como todo círculo es perfección: siempre conduce a ella...
Y así mientras caminaba en círculo, con la cabeza agachada de preocupación pensando una y otra vez, en lo mismo pero dando vueltas por no ver lo que estaba a simple vista. Pensaba en círculos, mientras caminaba en ellos... aunque no fueran todos iguales.
En un parpadeo, de los más inconscientes, se detiene ante una piedra. Se agacha, la levanta y con el objeto en mano lanzando al cielo y atrapándolo cual si fuera campeón en la disciplina... siguió su camino de pensamientos.
Mareado y resignado al no encontrar respuestas a sus propios interrogantes decide sentarse a esperar que su visión se disipe de imágenes turbias y movidas. Su cabeza, continuaba agachada. Esta vez parecía avergonzado.
- Todos mis problemas los tuve en mi mano, y no se me ocurrió mejor idea que seguir dando vueltas pensando que solo podía encontrar la solución. Y no, hombre terco y terrenal... las piedras son objetos sin vida, sin embargo como por arte de magia apareció en mi camino con ganas de hablarme.
Por un momento, apretó la piedra con tanta fuerza que crujieron sus dedos. Con la frente en alto y antes de abrir sus ojos, la lanzó como si fuera que su alma se iba con ella.
Abrió sus ojos, los abrió por fin. Y ya no sentía que su vida tenía un solo color. La sensación de pesadez permanecía en su brazo -el nunca había lanzado un objeto con tanto ímpetu-. Sólo en su brazo. Y todo lo que anhelaba ya no le parecía imposible...
El tipo estaba jugado... la piedra, si la conservaba, iba a darle vida eterna. Sin embargo y sin darse cuenta la tiró.
- Tipo boludo- dirás, pero no. No lo era... vivía tan preocupado y con miedo, que una vez lanzada la piedra se dio cuenta que lo que el creía que era vida, no lo era. En milésimas de segundos descubrió el sentido de la felicidad... sostener en el puño algo común que sabía que no le serviría nunca... y lanzarlo al viento sin arrepentirse, para que otros hagan lo mismo...
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