sábado, 3 de agosto de 2013

Empiezo por mí...

Había iniciado una caminata hacia algún lugar cuyo destino desconocía... o no tanto.
Estaba amaneciendo en la ciudad maravillosa, arrancaba una semana comunmente carioca, pero la nostalgia y el cansancio empezaba a abrazar todo a su paso.
La ruta marcaba el norte, pero no precisamente por tierra, el norte en lo alto. El destino enfilaba hacia el famoso 'Cristo Redentor', allá, en la cima del mundo para muchos, la postal tan conocida por otros... para mí, el abrazo que tanto necesitaba recibir.
Mientras el segundero del reloj se deslizaba hacia el futuro, mis ojos inquietos detuvieron su marcha en una escena peculiar.
Mis ganas de no volver a pisar tierra, el enérgico cansancio que sentía, la plenitud de saberme viva y sentirme eternamente joven... todo eso y más se redujeron a un minúsculo abanico de patas de gallo decorando una mirada sólida, un acordeonado ceño fruncido que reflejaba la sublime preocupación de un hombre con la edad del cielo. Como si todo problema se redujera a una combinación de símbolos, números y colores... a una suerte de 'cartas sin marcar'.
Como si por arte de magia me olvidara del dolor de espaldas que te causa dormir en una playa, del resfrío producto de tantos caprichos de la naturaleza, del ardor de mis ojos por no saber aprovechar de ese par de horas en el edén que el común de la gente suele llamar 'sueño' y de una mixtura de sensaciones vertiginosas, resultantes de la nostalgia, la alegría intensiva, el cabeceo somnoliento y las ganas de abrazar al mundo con una nariz de payaso puesta... todo se había evaporado en la nube que pronto iba a envolver nuestra presencia en la altura. Ya me encontraba en el mismo cielo, disfrutando ese presente rodeada de la enterna juventud del alma... entre un mar de caras, algunas lozanas y otras tantas arrugaditas de tanto sonreír o de tanto observar la inmensidad del mundo de la vida.

Y entonces, entre tanta vida, pensé: 'Uno debe ser el cambio que quiere ver en el mundo'. E inmortalicé el recuerdo en mi memoria... empiezo por mí.
"Mi alegría es más grande que mi cansancio"

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